- Recorrido exacto, de modo que no falte ni sobre distancia, según el objetivo deseado.
- Perfecta relación de trabajo entre músculos agonistas y antagonistas, ya que estos deben trabajar alternamente, por ejemplo, flexiones y extensiones.
- Ausencia del temblor kinésico, síntoma inequívoco de inestabilidad articular, tanto al inicio del movimiento, como a su término.
- Ejecución de la acción pedida, o deseada, sin descomponerla en sus movimientos simples. Por ejemplo, si se pide elevar el brazo al frente (flexión), y tomar un objeto, lo normal es ir levantando el segmento y al mismo tiempo la mano debe ir abriéndose, preparándose para la acción de aprehensión. Lo anormal es descomponer el gesto de modo que primero se efectúa una acción y cuando ella ha terminado, se hace la otra.
- Efectuar las diferentes contracciones musculares, siguiendo un orden, de modo que no haya movimientos innecesarios, que perturben el resultado final.
El niño con problemas en esta área puede:
- Agarrar objetos demasiado firme o débilmente
- No percibir cambios posturales en su cuerpo
- Ser torpe y romper juguetes
- Buscar actividades en las que tenga que saltar, empujar, golpear, chocar o tirar
- Rechinar sus dientes
- Morder objetos no comestibles como juguetes
- Parecer débil o que sus músculos son blanditos.
Cuando las Terapista Ocupacionales evaluamos este sistema en un niño buscamos detectar si el niño presenta los siguientes signos:
- Falta de fluidez en las secuencias de movimiento
- Tono muscular disminuido
- Pobre graduación de la fuerza muscular.
- Tendencia a “apoyarse” o empujar a sus cuidadores.
- Utilización de estímulos propioceptivos para auto - organizarse