El papel de la fisioterapia en el tratamiento del dolor de espalda es el de reducir el dolor y mejorar la capacidad funcional del paciente permitiendo que éste pueda incorporarse al trabajo y desarrollar una vida normal. La fisioterapia tiene además una labor preventiva con un objetivo de mejora de la capacidad del paciente para manejar el problema de espalda y evitar que éste aparezca de nuevo.
Cómo cuidar la espalda tras una operación.
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A partir del momento en el que el cirujano da el alta, es necesario adoptar las mismas medidas de prevención que quienes nunca han sido operados. Algunas de estas medidas resultan especialmente importantes:
a) Hacer ejercicio.
b) Mantenerse físicamente activo.
c) Cumplir las normas de higiene postural.
d) Adoptar una actitud mental sana.
e) Seguir los consejos de salud general.
a) Hacer ejercicio
Los estudios científicos demuestran que el ejercicio es eficaz para disminuir el riesgo de que aparezcan dolores de espalda, así como para mejorar el dolor y el grado de movilidad y autonomía entre quienes ya lo padecen.
El ejercicio permite mejorar la potencia, resistencia, coordinación y flexibilidad de la musculatura implicada en el funcionamiento de la espalda, lo cual es especialmente importante entre quienes han sido operados, pues suelen perder forma muscular -bien debido a la propia intervención, bien por el reposo en cama, o bien como consecuencia del dolor sufrido antes de ser operados-.
Para prevenir el dolor de espalda, una persona sana puede hacer ejercicios específicos o distintos tipos de deporte, entre los cuales la natación es de los más recomendables, especialmente en los estilos de "crol" o "espalda". No obstante, siempre es conveniente consultar a un médico antes de iniciar cualquier programa de ejercicio físico o deporte. En una sección de esta Web se indican los ejercicios más eficaces para fomentar la potencia, resistencia o elasticidad de la musculatura implicada en el funcionamiento de la espalda, pero es necesario que un médico determine qué ejercicios específicos se deben hacer, y con qué intensidad y ritmo de progresión.
b) Mantenerse físicamente activo
El sedentarismo aumenta el riesgo de padecer dolor de espalda, y el reposo en cama incrementa el riesgo de que dicho dolor se prolongue.
A la inversa, estar físicamente activo disminuye el riesgo de padecer dolor de espalda. Incluso si el dolor aparece, mantener el mayor grado posible de actividad física ha demostrado acortar su duración y reducir el riesgo de que se repita en el futuro.
Por eso, tan pronto como el cirujano dé el alta es importante que el paciente operado reanude progresivamente sus actividades habituales, evite el reposo en cama y se mantenga tan activo como le sea posible.
c) Cumplir las normas de higiene postural
Las normas de higiene postural enseñan cómo hacer las actividades habituales de modo que supongan una menor carga para la espalda. En una sección de esta Web se muestran las normas de higiene postural aplicables a las actividades domésticas, laborales, deportivas y de ocio.